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por jabonesdelcielo » 17 Dic 2009 13:30
Gracias por ser tan emotivos, y si contarles todo esto, ayuda a que ustedes también recuerden y se emcionen, mejor aún.
El mundo de los abuelos, simpre me pareció mágico, creo que en estas épocas eso se fue perdiendo.
Por ejemplo, mi abuelo paterno era mágico, simplemente, porque no lo conocí, solo a través de mi padre, sé que se fugó de Portugal siendo un jovencito, y aquí se casó, trabajó y transmitió su cultura.
Mi abuelo materno, italiano, lo tuve hasta mis 23 años, yo ya estaba casada, pero el vínculo entre nosotros era mágico. él escribía poesías, vivía encerrado un una habitación mágica (entiéndase que así lo veía en la infancia, y hoy en el recuerdo)
Y ahora recuerdo algo, en uno de los cuadernos de la abuela, ella escribió extensas activadades del día, era seguramente otoño (rara vez detallaba fechas) pero supongo que esa sería la estación de entonces, ya que hablaba de días lluviosos y la recolección de nueces, eso aquí lo hacemos en marzo y abril.
"No olvidar pasar a buscar las bolsas para guardar las nueces a lo de Ceferino. Que vaya Jorge.
Hoy le toca a Susanita y Dora cocechar, a juan pelar las nueces.
Limpiar el "caforchi" para preparar los aceites."
El "caforchi", llamada así por mi abuelo, era esa habitación mágica e increíble. Era un lugar muy espacioso, estaba como escondido, simulado tras las puertas de un placard, tenía a ambos lados extensos ventanales, otra puerta que salía al huerto, y al fondo muchos estantes de madera pintada de blanco. Allí estaba la vieja radio, y sobre un mueble muy pesado, de enormes puertas cerradas con cadenas, una urna con los restos de mi bisabuela paterna. Solo entraban con permiso allí, mis abuelos... y yo. Nadie más. ¿entienden por qué era mágico?
Durante las tardes lo ocupaba el abuelo, tenía un pequeño escritorio, sobre él su máquina de escribir y muchos tarros de tinta, y por supuesto motañas de papeles. En los estantes libros. Cuando estaba con él, dejaba de escribir y me hablaba, me aconsejaba que cumpla con mi sueño de ser escritora, o terminaría como él, publicando en diarios locales anónimamente...
Pero, volvamos al cuaderno de la abuela, porque ese día había escrito también:
"Cocino hoy, tallarines con mejillones."
Los mejillones los traía mi tío el mayor...
Ese día, la enorme mesa del comedor, se llenaba de fideos recién amasados. El tuco era rojo y fragante. Comíamos a las 12 hs. exactamente, éramos más de veinte entre parientes y algún vecinito. A las 14 hs. Cada uno a sus tareas, ya estaba todo otra vez en su lugar.
¡A limpiar el caforchi!
Y otra vez la magia. Entrar allí, ese día lluvioso, oscuro, y ver a mi abuela más sonriente, transformada, con su eterno delantal de cocina color azul, trapeando los estantes, el escritorio, los pisos. Yo, con la mirada fija en un solo objeto: el viejo, pesado, enorme y feo mueble, esperando ansiosa que mi abuela habra esas cadenas y libere los aromas de los frascos, tarros y cajones. ¡Al fin! Me dice, ahora muy seria: "ahora, vamos a hacer jabones".
Enciende más luces, y observo sobre una mesa, cientos de cascaritas de nuez, ese pellejito que cubre el fruto, que me mancha los dedos cuando los coloco en el mortero para machacar. La abuela va a hacer, jabón de nogal, para Telva, que tiene problemas de piel, lo que hoy llamamos dermatitis.
Bueno, el relato se hace muy extenso, si quieren mañana sigo. Pero les dejo esta imagen, de un botellón de la abuela, para el aceite de laurel, el único que pude conservar.
besos
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