Aceites de origen vegetal
Hoy en día mucha gente considera más sano y consciente utilizar ingredientes exclusivamente vegetales. No voy a entrar en las polémicas de cargo de conciencia del uso de ingredientes animales ni de si se trata de una moda lo de usar todo vegetal. Lo que sí puedo decir es que se pueden hacer perfectamente jabones de gran calidad exclusivamente con aceites vegetales.
Tipos según su forma de extracción
Debemos intentar que se trate siempre de aceites de primera presión en frío que son los que, por no tener más proceso que el mecánico, mantienen más sus propiedades naturales originales. Esto significa que los frutos se exprimen por medios mecánicos, sin aplicación de calor ni disolventes, lo que hace que conserven sus vitaminas e insaponificables.
También nos encontraremos con aceites refinados a los que se les ha suprimido total o parcialmente su olor y/o color. Pueden ser (son) perfectamente válidos para nuestros jabones.
Tipos según su composición
Los aceites están compuestos básicamente de diglicéridos y triglicéridos de ácidos grasos. Cada aceite tiene unas propiedades diferentes en función de su composición y podemos combinarlos para obtener lo mejor de cada uno de ellos. Se suele hacer una distinción genérica entre aceites duros y aceites blandos.
Los primeros, los aceites duros, son aquellos en los que predominan los ácidos grasos saturados y suelen permanecer en estado sólido a temperatura ambiente (20ºC). Al calentarlos se derriten y se ponen en estado líquido. La mayoría de las mantecas se consideran aceites duros.
Los aceites blandos tienen predominio de ácidos grasos insaturados y se mantienen en estado líquido a temperatura ambiente. Además, los aceites blandos suelen ser más vulnerables al enranciamiento, que es la capacidad que tienen los aceites de reaccionar con el oxígeno y otros elementos y que producen su degradación y mal olor. Por eso es recomendable tener presente su fecha de caducidad.
Algunos ejemplos de aceites vegetales y su uso en los jabones
Empezaremos por el mejor, para mi gusto, de los aceites para jabonear, el aceite de oliva. En otros países no se pueden permitir su uso. Nosotros en España tenemos la suerte de disponer de él a un precio razonable. Es un aceite a priori blando, ya que no se congela hasta bajas temperaturas pero produce un jabón bastante duro. Lo cual significa que no tiene por qué estar relacionado lo uno con lo otro. No obstante, al mojarse, es un jabón lamioso, sobre todo si tiene un sobreengrasado alto, que tiende a gastarse pronto. Además no produce demasiada espuma pero es un jabón suave que deja la piel mejor que ningún otro. Se suele usar de un 50 a un 100% (jabón de Castilla) del porcentaje de aceites en la fórmula.
El aceite de coco aquí en España cada vez es menos difícil de encontrar y también es un ingrediente casi imprescindible para la jabonería. Su principal particularidad es la cantidad de espuma que produce y su enorme limpieza. Tanto es así que, un jabón sólo de coco, puede resultar demasiado limpiador y producir sequedad en la piel. Proporciona además bastante solubilidad y un rápido secado del jabón lo cual lo hace un buen complemento para el aceite de oliva. Se suele usar de un 10 a un 30% como máximo. Se usan jabones con más porcentaje de coco para aguas muy duras incluso saladas.
El aceite de ricino aunque parezca que no, aquí en España es más fácil de encontrar que el de coco. En algunas droguerías lo venden para modelismo pero hay que asegurarse de que se trata de primera presión en frío y que es de grado cosmético. El de ricino es un aceite muy espeso. Medio marciano. Proporciona acondicionamiento al jabón. Viene muy bien para hacer champú y jabones para el cuidado de la piel y el cabello pero, por su extrema solubilidad, no conviene usarlo en exceso. Produce un jabón muy duro pero al contacto con el agua se deshace completamente. Es un aceite que acelera bastante la traza. Se suele usar de un 5 a un 10% como máximo del total de los aceites.
La manteca de cacao es un aceite que, por ser más caro, se usa en menor cantidad. Proporciona suavidad, emoliencia, dureza y cremosidad en la espuma. Además, aunque también la hay desodorizada, proporciona muy buen aroma a chocolate. Es muy duro y tiene un punto de fusión bastante alto. Se usa de un 5 a un 15% normalmente.
El aceite de palma se usa sobretodo por su característica de dar cuerpo al jabón, haciéndolo más duro y con un tacto más untuoso. Es un aceite duro, relativamente barato y produce una espuma muy cremosa. Se suele usar de un 10 a un 30%. Tiene, no obstante, muy mala prensa por los métodos de producción aunque existen también con certificados de sostenibilidad.
El aceite de palmiste o hueso de palma, procedente del hueso de la palma, tiene características casi idénticas al de coco pero resulta un poco más suave y se puede usar en mayor cantidad. Procede del hueso del dátil de la palma y por tanto tiene su misma mala prensa. Como en el de coco, sus cualidades proceden de que los componen ácidos grasos de cadenas muy cortas. Ésto se puede traducir en que en el mismo peso de aceite hay más moléculas y eso, al combinarlos con los álcalis, se traduce en más moléculas de jabón.
El aceite de maíz es un aceite barato que produce burbujas y acondicionado de la piel pero del que no conviene abusar pues tiene tendencia al enranciamiento. Se puede alargar su tiempo de vida añadiendo vitamina E pero, en ese caso, no sé si resulta rentable su utilización. Se puede usar de un 5 a un 15%.
Del mismo modo el aceite de girasol no conviene para la elaboración de jabones por su facilidad de enranciamiento. En todo caso los jabonbes realizados con la modalidad de alto-oleico pueden soportar un poco más